Cerca del lugar donde el Infante D. Henrique, a mediados del s. XV, mandó edificar una iglesia sobre la invocación de Sta. María de Belém, quiso el rey D. Manuel I construir un gran Monasterio. Para perpetuar la memoria del príncipe, por su gran devoción a la Virgen y la creencia en San Jerónimo, el rey Manuel I decidió fundar en 1496, el Monasterio de Sta. Maria de Belém, cerca de la ciudad de Lisboa, cerca del río Tajo. Donado a los monjes de la Orden de San Jerónimo, es hoy comúnmente conocido por Monasterio de los Jerónimos.
El Monasterio es un referente cultural que no escapó ni a los artistas, cronistas o viajeros durante sus cinco siglos de existencia. Fue acogida y sepultura de reyes, más tarde de poetas.